La identidad es lo que permite que alguien se reconozca a sí mismo. En consecuencia, la identidad personal es todo aquello que nos define como individuos. Tenemos conciencia de la identidad porque tenemos memoria, sin ella sería imposible nuestro propio reconocimiento.
El ser humano desde su infancia se plantea: ¿quien soy?... y a través de sus diferentes experiencias cotidianas va encontrando las respuestas.
De esta misma manera los padres y personas más cercanas al niño tienen un papel muy importante para ayudarle en esas experiencias, puesto que son quienes les trasmiten las raíces, costumbres, cultura.... Y son muchos los factores familiares que intervienen en el modo en que cada niño configure su propia identidad como persona. Intervienen: las relaciones de afecto entre padres e hijos (Vargas y Polaino, 1996), las inquietudes de los padres, las costumbres y tradiciones que trasmiten y en las que educan, las relaciones entre los hermanos y con los otros miembros de la familia extensa, el estilo educativo de los padres...
El papel del educador en la Educación Infantil es quizás uno de los elementos más determinantes de todo el proceso educativo ya que es él quien va a guiar de forma directa el aprendizaje de un grupo de alumnos. El maestro no sólo pasa gran parte del tiempo con el niño, sino que además sus relaciones con éste tienen un carácter marcadamente educativo. El maestro organiza el tiempo, el espacio y su propia relación con el niño en función de los objetivos educativos que desea lograr. Es por ello que las características personales de cada educador, sus vivencias, la forma peculiar de interactuar con los niños, marcarán de forma singular todo el entramado de relaciones que es establezcan en el grupo.
Además el educador es para los niños un modelo significativo, que junto con sus padres y otros adultos relevantes en sus vidas, contribuyen a forjar una imagen adulta que, en buena medida va a incidir en su desarrollo.
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